Cien directores del cine clásico norteamericano (1920/1970)
PRIMERA PARTE
ALDRICH, Robert (1918/1983)
(THE BIG KNIFE, 55; El beso mortal, 55; Doce del
patíbulo, 67)
Después de una larga experiencia como ayudante de
dirección, al acceder a la realización desarrolló una carrera comercial con resultados
dispares pero de cuya rentabilidad pronto se percataron los productores de
Hollywood. Animado por una concepción de productor más que de director, sus
filmes están mucho mejor que las críticas que llegó a recibir. Se atrevió a
reunir a Bette Davis y Joan Crawford y funcionó. Diseccionó con mano maestra
las relaciones entre actor y agente en el mundo del cine, según la obra teatral
de Odets, “The Big Knife”, cuyo efecto mortificó a más de un productor de
Hollywood. Hasta se permitió utilizar el
sentido del humor en sus películas. En ocasiones su cine se extravió en guiones
algo deslavazados pero su impronta de realización supo salvarlos.
ALLEN, Woody (1935).
(DIAS
DE RADIO, 87; Delitos y faltas, 89;
Acordes y desacuerdos, 99)
Un exceso de películas sin pausa, han revelado que un
cineasta debe replantearse su propia
trayectoria, cosa que no ha hecho Allen. El cansancio creativo que ha ido
acumulando ha lastrado muchas de sus últimas películas. Una revisión de su obra,
en concreto los filmes cuya elaboración se basan en una muy trabajada puesta en escena y que pretenden ser excesivamente originales,
ha puesto al descubierto la endeblez de muchos de sus filmes. De sus primeros grandes títulos como “Annie Hall” o “Manhattan” el
paso del tiempo puede acarrearles cierta oxidación y no digamos los que tienen
de modelo a Bergman o Fellini. Otra cosa es como Allen utiliza el recuerdo o la
nostalgia. Es ahí donde fluye su mayor originalidad. Con su pequeña orquesta de
jazz, Woody Allen debe refugiarse en ella y olvidarse del cine, así quedará en
el recuerdo de sus admiradores. Y llevarse con él, a su hermana, Letty Aronson,
culpable de la castración creativa de su hermano.
ALTMAN, Robert (1925/2006).
(Un
día de boda, 78; VIDAS CRUZADAS, 93; Gosford Park, 2001)
Empeñado en demostrar sus cualidades de autor, olvido muy
pronto que para poseer ese reconocimiento debía realizar un cine con estilo y
personalidad. Sin embargo, nunca fue así.
Hizo un sinfín de filmes sin estilo. La mayoría realizados con una falsa
intención progresista. Sus filmes más significativos han ido diluyéndose en la mediocridad de sus intenciones. Queda
alguna que otra historia que posee un cierto interés, sin otra significación.
“Mash” parece muy lejana en el tiempo y “El juego de Hollywood” es una fallida
parodia de los nuevos depredadores del cine actual. La torpeza crítica le llegó manifestarle
pleitesía, pero engañó a todos. “Vidas cuzadas” posee una intencionalidad más
cercana a su autor –Carver-, que al propio Altman. Sin embargo, “El último Show”,
es realmente un magnifico filme.
BACON, Lloyd (1890/1955).
(LA
CALLE 42, 33; Desfile de candilejas, 33; Luchas submarinas, 51)
Asumió su papel de artesano en la “política de estudios”
de la Warner. Quizás, por ello, su
carrera es mucho más de lo que aparenta. Con cerca de cien películas en su
haber, Bacon dominaba cualquier tema que le encomendasen (La comedía musical,
el thriller, el drama, la aventura, la comedía cómica, etc). Era un comodín
para toda realización que requiriese solvencia y profesionalidad. Su
desaparición creó en la Warner un vacío muy difícil de llenar. Aun hoy se le
recuerda con nostalgia. En nuestra memoria tenemos “La calle 42”, uno de los
mejores ejemplos de cómo se construye una comedia musical y todos los demás encargos realizados con eficacia.
BERKELEY, Busby (1885/1976)
(THEY
MADE ME A CRIMINAL, 39; Los hijos de la farandula, 39; For me and my gal, 42)
Fue un prestigioso coreógrafo (o creador de
coreografías), que paseó su original concepción de los bailes y danzas
cinematográfricas por todo el mundo. Desde “La calle 42” hasta “Rose Marie”
Berkeley alcanzó una fama que le condujo, por desgracia, a la dirección de
películas donde fracasó rotundamente, hasta el punto que regresó a
las coreografías de la M.G.M. Como director quiso aplicar sus ideas a la pantalla
grande, pero no supo resolver la dinámica de la realización. Salvo “They Made
Me a Criminal”, un notable filme de
serie negra, sus incursions en el largometraje fueron fallidas y desprovistas
de su inmensa imaginación que tanto resultado dio en los musicales. Sería
injusto, sin embargo, no reconocerle sus grandes valores en el mundo del
séptimo arte. Artistas como Berkeley hicieron que el cine adquiriera carta de
naturaleza.
BIBERMAN, Herbert J. (1900/1971).
(La
condena redentora, 35; LA SAL DELA TIERRA, 1953; Slaves, 1969)
Una
sola película desencadenó su fracaso y su gloria. “La sal de la tierra” es el
reflejo de su compromiso con la sociedad de aquellos que son explotados. Toda
su fortuna la invirtió en este filme y nadie se lo quiso estrenar. Cuando lo
encarcelaron, victima de la “Caza de brujas”, sus derechos fueron pisoteados
por la vergonzosa actuación política y
tuvo que emplearse en un trabajo de miseria para subsistir. No tuvo el
respaldo de otros cineastas menos comprometidos y que salieron indemnes. La tan
cacareada solidaridad no existió para él. Por fortuna “La sal de la tierra”, en la actualidad,
sigue vigente y su proyección siempre descubre nuevos aspectos. En todos los
cines del mundo debería haber una placa de todos los damnificados por la
estulticia global de quien comandó tales desmanes: John McCarthy.
BOETTICHER, Budd
(1916/2001).
(Santos
el magnífico, 55; El asesino anda suelto, 55; LA LEY DEL HAMPA, 60)
Pasaron algunos años para que Boetticher fuese reconocido por los críticos. Su estilo directo y muy personal, expresado
en su vigorosa serie de westerns, con Randolph Scott y bajo la égida del
productor Harry Joe Brown, contenían elementos alegóricos con una construcción
deliberadamente homérica. Sin olvidar dos de las mejores películas sobre el
mundo de los toros: “Santos el magnífico” y “Arruza”. Y los dos filmes, destacados, sobre todo la
historia de “Legs” Diamond (La ley del hampa), uno de los mejores filmes sobre el
gangsterismo (o Mafia) norteamericana y
el excelente desarrollo de “El asesino
anda suelto”. Sam Peckinpah supo prolongar el estilo seco y sin cortapisas de
Boetticher. “Duelo en la Alta Sierra, 62” contiene todos los elementos que
prestigiaron la carrera de un director enamorado de los toros y admirador de
Carlos Arruza.
BORZAGE, Frank (1894/1962).
(DESEO,
36; Cena de medianoche, 37; Three Comrades, 38)
Borzage fue un realizador acorazado de excelentes guiones.
En su larga carrera desarrolló un cine de reminiscencias literarias de signo
melodramático. Al contrario de John M Stahl y Sirk, Borzage situó los
melodramas en un contexto social distinto a aquellos. El realismo que acompañaba
a sus películas eran expresadas de una forma original y no ajena a su cultura.
Algo que dominaba claramente Frank Borzage. Conformó un modelo cinematográfico original,
tanto en la Fox como en la MGM. Pero
tardó mucho tiempo en ser reivindicado y reconocérsele sus méritos. Su vigorosa
personalidad cinematográfica se encallaba en títulos de encargo, menos mal que
fueron pocos pero ello lesionó algo su inscripción entre los grandes.
BROOKS, Richard (1912/1992).
(EL
FUEGO Y LA PALABRA, 60; Lord Jim, 65; A sangre fría, 67)
Inconformista, individualista, escéptico, y nada
satisfecho de su carrera como realizador, Brooks representa en el área
cinematográfica de Estados Unidos un personaje de difícil adscripción en el conjunto
de intelectuales que tanto detestaba Hollywood. Fue escritor antes que cineasta
y más tarde, cineasta antes que escritor. Brooks
es el exponente, en la cultura cinematográfica, que mejor ha expresado las paradójicas
conductas del norteamericano medio. Su
liberalismo le reportó muchas dificultades desde que su novela “Encrucijada de
odios” se llevó a la pantalla. Dore Schary creyó en él, Louis B. Mayer lo veía con
prevención. La MGM fue su paraíso y su
infierno. Con su talento decantó a su favor todas las reticencias que tuvo que
sortear. No creo que hayamos sido justos en juzgar el trabajo de Richard
Brooks. Se merecía un final mejor del que tuvo.
BROWN, Clarence (1890/1987)
(La águila negra, 25; ANA CHRSTIE, 30; Ana
Karenina, 1935)
Dirigió siete películas a Greta Garbo: “El demonio y la
carne, 29”, “La mujer ligera, 28”, “Ana
Christie, 30”, “Romance, 30”, “Inspiración, 31”, “Ana Karenina, 35” y “Maria
Walewska, 37”, filmes, siempre, al gusto de la Divina. Irving Thalberg y
Greta Garbo confiaron en él. La Metro lo mimó y le entregó, como a nadie en el estudio, a todo su elenco
de grandes estrellas. Siempre correspondió con películas que llenaron las arcas
de la productora. Y no nos olvidemos: tenía mucho talento para el melodrama, el
drama y la aventura, “Alma libre, 31”, “Encadenada, 34”, la primera versión de
“Vinieron las lluvias, 39”, “Pasión inmortal, 47” e “Indianápolis, 50”, fueron
sus credenciales más destacadas. Pero… ha habido un cierto desprecío por su
carrera tanto en Estados Unidos como en Europa. El siempre tuvo una divisa:
hacer buenas películas. Que no es poco.
BROWNING, Tod (1880/1962).
(Garras
humanas, 27; Drácula, 31; LA PARADA DE LOS MONSTRUOS, 32)
Personaje fascinante; llegó a trabajar en las más
variadas ocupaciones del mundo del circo: desde contorsionista hasta payaso. En
1912 conoce a Griffith y le contrata como actor. Supo extraer de Lon Chaney lo mejor de sí mismo y lo dirigió en
diez ocasiones. Trabajó muchos años en la MGM y no siempre en condiciones
óptimas. Browning, sin embargo, permanecerá en la historia del cine por aquella
extraordinaria película “La parada de los monstruos”, que llenó de compasión, congoja y ternura a todo espectador que asistió a este espectáculo
de tan bella monstruosidad. En nuestros días Browning hubiera realizado filmes
de tan notoria factura que el nombre de David Lynch quedaría rezagado. Nació en
un tiempo equivocado.
CAMERON, James (1954)
(Terminator, 84; The Abyss, 89; TITANIC, 97)
“Terminator” y “Terminator II” encajaron rápidamente en
el gusto de un público que empezaba a entusiasmarle la “Play Station”. Con “Abyss”,
Cameron se lanza tímidamente por donde van ir sus próximos pasos.
“Titanic” fue la confirmación y los años
que vienen serán su consolidación. Pero, con seguridad, hemos perdido a un
director con mucho talento para realizar cualquier tema que se le proponga. Hay
demasiada adrenalina para arrojarla en el vacío. Sus vacilaciones en emprender
otra aventura fílmica lo descartan para encaramarse en el pelotón de los
grandes. Sigue estando obnubilado por “Titanic” y será muy díficil que despierte
de su osadía marítima. Ni la brillante desfachatez de “Avatar” ha podido
despertarle.
CAPRA, Frank (1897/1991)
(SUCEDIÓ UNA NOCHE, 34; El secreto de vivir, 36;
Arsénico por compasión, 44)
En su momento el cine de Frank Capra y Robert Riskin se
emplazaba a una época y a una circunstancia social muy determinada. Entre el crack
del 29 y la II Guerra Mundial
realizó una serie de comedias concebidas para un público ávido por olvidar. Los personajes eran diseñados para una rápida
identificación por parte del espectador y así asumir sus peripecias que les
transportaban a un mundo irreal. Harry
Cohn le llegó a hacer la vida imposible a Capra, pero éste le respondió con éxitos
que consolidaron a la compañía de la antorcha. Él y la Columbia vivieron momentos muy felices
en los años treinta, luego todo quedó en nada al independizarse y fracasar en
sus últimas películas. Su mayor pecado radicó en no dejar continuadores de su obra.
Nadie hizo películas de Frank Capra como Frank Capra. Muchos lo intentaron pero
todos ellos fracasaron.
CASSAVETES, John (1929/1989)
(Shadows,
59; HUSBANDS, 70; Gloria, 80) + Actor
La trayectoria como director de Cassavetes está a la
altura de su carrera como actor. Englobado en el cine independiente
norteamericano, él nunca aceptó la etiqueta. La perspectiva del tiempo le ha
otorgado el sello de un cine mucho más comprometido y socialmente más avanzado
que sus contemporáneos. “Husbands” y “Shadows” dicen mucho más que los
centenares de temas que narran historias parecidas. Revisar su filmografía
resultará una sorpresa para los recién llegados, si llegan a tiempo. Los
espectadores (o cinéfilos, si existen) tendrían que ser advertidos de aquellos
directores cuyos elementos cinematográficos están cercanos a la sociedad.
Realizó sus películas con un reducido equipo de amigos que cumplieron con
creces las intenciones del realizador. Su anárquica personalidad fue encauzada
por el cine. Demostración de que también uno se puede redimirse a través del
celoluide. Aunque estuviera casado con una mujer tan estupenda como Gena
Rowlands.
CHAPLIN, Charles (1889/1977).
(Una
mujer de París, 23; Tiempos modernos, 36; EL GRAN DICTADOR, 40) + Ac.
Chaplin nunca
podrá agradecer lo suficiente a Kevin Brownlow (*) por el inestimable
trabajo que hizo con el análisis de su obra. Ahí resultaba palpable el gran
talento para la comicidad y la mise en
scene que poseía Chaplin. Sin embargo, “Candilejas”, “Un rey en Nueva York”
y “La condesa de Hong Kong”, pueden resultar insufribles, si no fuera que
existe otro Charles Chaplin: el de “El chico”, “La quimera del oro”, “Luces de
la ciudad”, “El circo” y “Monsieur Verdoux”. Fue uno de los pocos
realizadores-actores que hizo sus películas con su propio dinero, insólito en
aquellos tempos. Recordar sus geniales cortos, es perpetuar su arte único e
inigualable. Sus affaires amorosos y
sus muchos conflictos con la justicia, no deben desprestigiar su portentosa
vida profesional. No deja de ser irónico que Chaplin fuera tildado de comunista
por sus películas y sus censores no cayeran en la cuenta que un cineasta
universal, como era él, está muy por encima de esas bagatelas ideológicas. ¿O
no?
(*) UNKNOWN CHAPLIN, 1983 (Chaplin desconocido), de Kevin
Brownlow y David Giles.
CORMAN, Roger (1926).
(El
péndulo de la muerte, 61; La obsesión, 61; LA MATANZA DEL DIA DE SAN VALENTIN,
66)
Independientemente de su labor como director, Corman fue
esencialmente un productor. Un productor
creativo, original y alejado del modelo, creado por las majors, de lo
que se entiende por productor de estudio. Como director hizo películas malas,
regulares y mejores. Acertó rindiendo pleitesía a Edgar Allan Poe. Acertó con
los thrillers de su marca y hasta
acertó en hacer debutar como actor al hijo de su socio. Hoy, injustamente,
Corman está un poco olvidado. Pero puede ofrecer en su larga filmografía el
conocimiento de un cine y un estilo de magníficas hechuras. Creó escuela y la rentabilidad económica de
sus filmes resulta, hoy, sorprendente.
CUKOR, George (1899/1983)
(CENA
A LAS OCHO, 33; Historias de Filadelfia, 40; Ricas y famosas, 81)
Nunca un tópico tan sobado como ser el director de las
mujeres, ha definido tan certeramente al director que mejor ha tratado a la
mujer en el cine. Otra aseveración tópica, naturalmente: Cukor le enseñó a
Victor Fleming como tenía que tratar a Vivien Leigh en “Lo que el viento se
llevó” y emplazar la cámara para resalzar la belleza de Scarlet O’Hara . Sin
embargo, Cukor no apareció en los créditos. Con su fina sensibilidad, George
Cukor impregnó de un estilo muy personal todo su cine. Casi todo lo hizo bien.
Hasta dirigir a Tallulah Bankhead. No es de extrañar que grandes estrellas del
firmamento de la Metro-Goldwyn-Mayer deseasen trabajr con él. Pese a la
homofobia de Mayer. Constance Bennett, Katharine Hepburn y Norma Shearer fueron
sus fieles favoritas.
CURTIZ, Michael (1988/1962)
(Robín
de los bosques, 38; Casablanca, 42; ALMA EN SUPLICIO, 45)
Curtiz nunca entendió el éxito desmesurado de
“Casablanca”. Decía que había dirigido otras películas mucho más interesantes
que la renombrada. En el colmo de su maldad afirmó que en Hungria tenía dos o
tres filmes mejores que “Casablanca”. Tocó todos los palos y todos los géneros.
La Warner de no existir él, hubiera necesitado diez realizadores para cubrir su
inmenso trabajo. Y no todos hubieran sido tan buenos como Curtiz. Le hizo un regalo memorable a Joan
Crawford, el papel de madre atormentada en “Alma en suplicio”. Jack Warner quiso
dedicarle un monolito y preservar su presencia en la Warner Bros. Un magiar que nunca aprendió hablar bien el
inglés, pero compredió muy bien la psicología norteamericana.
DASSIN, Jules (1911/2008)
La ciudad desnuda, 48; NOCHE EN LA CIUDAD, 50;
Rififí, 55)
Cuatro brillantes películas de cine negro demostraron el
potencial cinematográfico de Dassin. Más tarde, a raíz de tener que abandonar
EEUU, a causa de la “Caza de brujas”, pudo realizar otra excelente muestra del
cine policíaco: “Rififi”. Lo demás fue un intento de recuperar el tiempo
perdido. Mark Hellinger confío en él. Dassin confiaba en sí mismo. Todos
sabemos como acabó la carrera del esposo de Melina Mercouri. “La ciudad
desnuda” sigue despertando mucho interés, pero nos quedamos con “Noche en la
ciudad”.
Estaba convencido que el Partido Comunista dominaría
todas las areas culturales e ideologicas de nuestro orbe. Fue un iluso con
mucha inteligencia en hacer películas y que su elección de esposa no fue la más
afortunada.
DAVES, Delmer (1904/1977)
(FLECHA
ROTA, 50; La ley del talión, 56; El árbol del ahorcado, 59)
Antes de iniciarse en la realización, Daves tuvo una
desigual trayectoria como guionista. Cary Grant confió en él -como antes
hiciera con Richard Brooks-, y le asignó la dirección de “Destino: Tokio”. En
una primera etapa realizó todo tipo de cine. Sin embargo, el “western”, acabó por
situarlo en el reconocimiento de la profesión. Desde “Flecha rota, 1950” hasta
“El árbol de ahorcado, 1959” dan testimonio de su acierto.Como guionista
expresó siempre una singularidad especial reconocida por las productorsas a las
cuales brindó aciertos considerables. Otra
cosa son las almibaradas historias (toscamente románticas) de su última época. No
supo mantener la coherencia de su filmografía anterior, la del western.
DeMILLE, Cecil B. (1881/1959)
(Unión
Pacifico, 39; EL MAYOR ESPECTACULO DEL MUNDO, 52; Los diez mandamientos, 56)
En los años que Cecil Bount DeMille dominaba el panorama
cinematográfico de Hollywood, no había otro director que le hiciera sombra.
Todopoderoso, soberbio, espectacular, brillante en ocasiones, egocéntrico,
carismático y hasta, compasivo, hicieron que en los dominios de la Paramount
solo hubiera un nombre: el suyo. Afirmaba estar en connivencia con Dios. Llegó
a tener un poder tan absoluto que los mismos amos del estudio le temían. ¿Se lo
mereció o no se lo mereció? That’s In the
Question. Aun así hizo grandes películas que el paso del tiempo ha sabido
reconocer con holgura. En ocasiones sus películas eran desmesuradas, pero
brillantes.
DIETERLE, William (1893/1972)
(La tragedia del Louis Pasteur, 36; El hombre que vendió
su alma, 41; JENNIE, 48)
Gran admirador y alumno de Max Reinhardt, Dieterle en
Alemania fue un buen actor y director de teatro reconocido por los
espectadores entregados a su arte. Aclamado
por la crítica alemana, mimado por el público teutón, vivía un apogeo de
brillantes perspectivas. Hasta dirigió cerca de doce películas. Sin embargo…,
la Warner le lanzó el anzuelo y su llegada a Estados Unidos fue un error. Su personalidad se difuminó en la galería
ingente de directores de la Warner, la RKO y MGM. De sus restos, existen una
docena de películas que aun pueden rescatarse. Pero nada más. No siempre reconoció su inadaptación al cine
de Hollywood.
DMYTRYK, Edward (1908/1999)
(ENCRUCIJADA DE ODIOS, 47; La gata negra, 62; Los
insaciables, 63)
Alcanzó una cierta notoriedad por sus trabajos en la RKO,
culminando con la excelente “Encrucijada de odios”. Después vino la declaración
contra sus propios compañeros del partido comunista en la “caza de brujas”
maccarthista. Lapsus que cubrió con
algún que otra película como “El motín del Caine”, “Lanza rota”, “La mano
izquierda de Dios”, etc., hasta llegar al primer western homosexual: “El hombre de las pistolas de
oro”. Sin olvidar, “La gata negra”. Al margen de los serios prejuicios que se
tiene de Dmytryk, su cine es mucho más interesante que las incidencias que han
rodeado su vida. La izquierda no le perdonó su delación. Pero el público sí.
DONEN, Stnaley (1924).
(Una cara con ángel,
56; Página en blanco, 60; DOS EN LA CARRETERA, 67)
Existen situaciones en la que la humildad es un pecado
que poco o nada ayuda a quien merece un mayor reconocimiento. Stanley Donen afirmó siempre que
su trayectoria cinematográfica estuvo al servicio de la MGM y que jamás fue
consciente de su importancia como director. Arthur Freed sí que se lo tuvo en
cuenta. Junto a Gene Kelly o en
solitario, la carrera de Donen posee un muestrario de grandes títulos. Sus dos
filmes sobre la relación matrimonial son
una genialidad: la infidelidad en primer término, la difícil convivencia
matrimonial en el otro, son temas principales de dos filmes: “Página en blanco”
y “Dos en la carretera”, sin olvidar los grandes musicales con Gene Kelly. En
los últimos tiempos tuvo que aceptar películas muy por debajo de su categoría.
Por humildad, sin duda.
DOUGLAS, Gordon (1907/1993)
(La humanidad en peligro, 54; RIO CONCHOS, 64; El
detective, 68)
La política de autores, aquella orquestación dirigida por
André Bazin y masacrada por la mayoría de críticos de la revista “Cahiers du
Cienama”, siempre consideró a Douglas como un artesano sin estilo, ni
convicción. ¿Qué ocurre ahora con el paso del tiempo? Pues que sus películas
han adquirido mayor consistencia que algún que otro director venerado por el
“Cahiers…”. Desde “La gran amenaza, 48”, pasando por “Corazón de hielo, 50”, hasta “Ahora me llaman Mr. Tibbs, 70” hay un
buen itinerario a revisar. Dos largometrajes con Stan Laurel y Oliver Hardy, son el exponente de chico para todo. Sin embargo, cuando un
guión poseía elementos interesantes, Gordon Douglas lo situaba a la máxima
categoría, como “Rio Conchos, 64”
1 comentario:
He detectado esta equivocación
CURTIZ, Michael (1988/1962)
Felices Fiestas y Buen Año 2013
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